Las lesiones por quemaduras son el resultado del contacto directo con fuego/llamas, líquidos/superficies calientes y fuentes eléctricas que causan daño celular en la piel y agentes químicos que dañan las estructuras de la piel (Toussaint y Singer, 2014).
Incluso a medida que mejora el manejo de emergencias, las quemaduras continúan causando una morbilidad y mortalidad significativas (Warby y Maani, 2019); a nivel mundial, se estima que 180 000 muertes son causadas anualmente por quemaduras, que ocurren principalmente en el hogar y el lugar de trabajo (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2018). En 2008, se registraron más de 410 000 lesiones por quemaduras en los Estados Unidos de América, y aproximadamente 40 000 de las víctimas requirieron hospitalización (OMS, 2018). En el Reino Unido, hay aproximadamente 13 000 víctimas hospitalizadas por quemaduras y 300 muertes al año, con una tasa de mortalidad del 2,31 % (Page et al, 2017). Además, se estima que más de 10 millones de personas sufren quemaduras cada año en China (Zheng et al, 2019).