El daño cutáneo relacionado con la humedad (MASD, por sus siglas en inglés) describe el espectro del daño ocurrido en respuesta a la exposición prolongada de la piel del paciente a transpiración, orina (Beeckman y col., 2015), heces o exudado de heridas (Grey y col., 2011). Ante la exposición excesiva a la humedad, la piel se ablanda, inflama y se arruga (Dowsett y Allen, 2013). Además, se ha demostrado que algunas personas, como las mayores, tienen menor capacidad para disipar el exceso de calor, lo cual provoca calentamiento cutáneo adicional por un estímulo dado (Nagashima y col., 2003). Estos cambios en el microclima de la piel, además del exceso de humedad, conducen a una reducción de la resistencia a la rotura de la piel y la cohesión intracelular de la capa córnea y a un aumento en el coeficiente de fricción de la piel. Estos cambios celulares resultan en la maceración de la piel (Reger y col., 2007).
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